Una amistad eterna: Se mantuvo al lado de su perro moribundo hasta que dio su último aliento

Mar 20, 2019 by apost team

La verdad es que el perro es el mejor amigo del hombre. En promedio, se estima que los seres humanos pasan más de una década con sus perros, y estas mascotas son una fuente enorme de felicidad y de apoyo emocional. Es por ello que siempre resulta desgarrador tener que sacrificar a una mascota.

Nadie conoce mejor la fidelidad de los perros que el personal del ejército que trabaja con ellos. En ciertos casos, estos militares pasan toda su carrera trabajando al lado de un perro, con el que pueden llegar a formar una gran amistad. Tal como los soldados, los perros militares arriesgan sus vidas en regiones hostiles y peligrosas, todo para proteger a la población. Cuando el perro alcanza la edad de jubilación, frecuentemente es adoptado por su oficial adiestrador. Y eso tiene mucho sentido, ya que el entrenador y el perro suelen convertirse en amigos inseparables, lo que garantiza que el animal recibirá una buena atención hasta sus últimos días.

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Ese fue el caso de un pastor alemán llamado Bodza, que trabajó para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos desde 2006. Guiando a su entrenador, el valiente Bodza olfateó y detectó numerosas bombas en Kirguistán, Irak y Kuwait, para ayudar a mantener a salvo a sus compañeros militares y a los demás animales de servicio.

En 2012, Bodza fue puesto al cuidado del oficial Kyle Smith, con quien trabajó sin descanso. Kyle informó que Bodza era uno de los perros detectores más talentosos con los que había trabajado a lo largo de su carrera, y estamos seguros de que el perro también sentía un gran aprecio por Kyle.

Bodza alcanzó la edad de jubilación dos años después, y Kyle se ofreció a adoptarlo. Su solicitud fue aprobada, y ambos se hicieron amigos inseparables. Jugaban juntos, paseaban juntos y a veces hasta dormían juntos.

Pero Bodza estaba envejeciendo, y se le diagnosticó una condición que llegó a ser terriblemente dolorosa para él. Tenía problemas para caminar y con el tiempo hasta levantarse de su cama se convirtió en un desafío. Fue entonces cuando Kyle decidió que era hora de que el perro recibiera eutanasia, para terminar con tanto dolor.

Por fortuna, Kyle no tuvo que hacerlo solo. Unos compañeros suyos de la fuerza aérea también asistieron a la oficina del veterinario y pusieron una bandera sobre el cuerpo del perro, para ofrecerle sus respetuosos honores militares.

Aunque Bodza ya no está con nosotros, su memoria y su legado en el ejército serán recordados por aquellos a los que protegió y, sobre todo, por su mejor amigo, Kyle.

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